Llovía…
Entrelazaba mis dedos en el aire frío que recorría placentero todos los rincones de mi alma.
Me hacía suya con sólo cerrar los ojos.
Eras tú…
La lluvia…
El viento…
Ese olor a tierra mojada que calmaba mis ansias y me llevaba hacia el deseo oculto por tu cuerpo.
Quedaste clavado en mi mente sin siquiera saberte o tenerte, pero te siento en esa lluvia que cubre mi cielo… mi Sol.
Yo soy el Sol…
Esa luz que se oculta tras una nube cuando la tristeza me embarga…
La felicidad plena cuando el astro envuelve el espacio.
Se conjuga con tu lluvia, con tu frío, con tu temple aplazado por no estar.
Sé que nos pertenecemos…
En cada brisa, el viento me susurra tu nombre…
Pero no lo entiendo…
¿Llevará el mío para ti?
Me gritan que me convenza que no estás,
que este mayo ciego jamás el Sol tomará,
cuando te he sentido cerca,
cuando sé que tu alma sueña con la mía.
Y entonces, comienza la realidad,
la realidad tortuosa de no conocerte,
y que me lleva detrás de si para vivir…
La acepto.
La tomo entre mis manos y la disfruto.
A veces es tan egoísta que me hace olvidarte.
Pero llega la noche y antes de sucumbir al sueño,
beso a la Luna pensando en ti.
¿Cuántas veces te he perdido?
Todas las indeseadas veces que pudo pasar… pasó.
Nos olvidamos en un rinconcito donde la realidad no tocaba.
Ahí nos quedamos, pendientes de un hilo de ilusión.
Volcaba la vida mía en ti, queriendo ser más que un sueño.
Y aquí me tienes…
Sonriendo a la nada que eres frente a mí,
A la total esencia que llevo de ti en mí.
Eres… Soy.
Uno con el otro.
Uno del otro.
Melina D Capricornio 
Hermosa, justo como tus letras, justo como tú, te quiero comadre.
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Un abrazo, comadre, te quiero mucho.
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